Primer misterio:
La Virgen se aparece a Juan Diego y le manifiesta su Santa Voluntad.
"Quiero mucho y deseo vivamente que en este lugar me levanten mi ermita. En ella mostraré y daré a las gentes todo mi amor, mi compasión, mi ayuda y mi defensa. Porque yo soy la Madre misericordiosa, de ti y de todas las naciones que viven en esta tierra. Que me amen, que me hablen, que me busquen y en mí confíen. Allí he de oír sus lamentos y remediar y curar todas sus miserias, penas y dolores".
Rezar Padre nuestro, diez Ave Marías y Gloria.
Segundo misterio:
Juan Diego, luego de haberse entrevistado con el Obispo, vuelve donde la Virgen y le manifiesta todas las dificultades que ha vivido. También le pide, con mucha humildad, que envíe otro mensajero en vez de él. Alguien más digno, más culto, que sepa cómo tratar con el Obispo y sus servidores.
La Virgen, entonces lo confirma en su misión con las siguientes palabras:
"Oye, hijo mío el más desamparado, sabe en tu corazón que no son pocos mis servidores y mensajeros, a quienes puedo dar el cargo de que lleven mi pensamiento y mi palabra para que cumplan mi voluntad. Pero es de absoluta necesidad que seas tú mismo el que vayas y hables de esto, y que precisamente con tu mediación y ayuda se haga realidad mi deseo y mi voluntad. Mucho te ruego, hijo mío el más desamparado, y con toda energía te mando que precisamente mañana vayas otra vez a ver al Obispo, y en mi lugar hazle saber, hazle oír bien mi voluntad y deseo para que haga realidad y edifique mi templo que le pido. Y dile una vez más que yo en persona, que soy la siempre Virgen María, la Madre del Dios Téotl, te envío allá".
Rezar...
Tercer misterio:
Cuando Juan Diego vuelve a entrevistarse con el Obispo, este le pidió un signo de parte de la Virgen para creer todo lo que él decía. Luego tiene un nuevo y breve encuentro con la Virgen en el cerro Tepeyac. Después vuelve a su casa, y allí se entera de que su tío Juan Bernardino se estaba muriendo. Su tío, le pide que vaya a buscar un sacerdote para que lo confiese y lo disponga a bien morir. Juan Diego va entonces en busca de un sacerdote y al pasar por el cerro Tepeyac, da la vuelta por detrás para no ser demorado por la Virgen que le tenía que dar el signo para llevar al Obispo. Pero María, se le aparece por el otro lado del cerrito, por donde pasaba apurado Juan Diego y le dice las siguientes palabras: "Oye y pon bien en tu corazón hijo mío el más desamparado: es nada lo que te asusta y abate, no se turbe tu rostro ni tu corazón, no temas esa enfermedad ni ninguna otra enfermedad o algo angustioso. ¿Acaso no soy yo aquí tu madre? ¿No estás bajo mi sombra y mi resguardo? ¿Acaso no soy yo tu fuente de vida? ¿No estás acaso en el hueco de mi manto, en donde cruzo mis brazos? ¿Quién más te hace falta? Que ya nada te apene ni te de amarguras. No te aflija la enfermedad de tu tío. Porque no ha de morir de lo que ahora tiene. Ten seguro en tu corazón que ya sanó" (y en aquel mismo momento sanó su tío, como después se supo).
Entonces María le manda a Juan Diego subir al cerro y recoger las hermosas rosas de Castilla que milagrosamente allí habían crecido. Luego, María envía nuevamente a Juan Diego donde el Obispo con la señal por él pedida.
Rezar...
Cuarto misterio:
Como después se supo, en el mismo momento que Juan Diego se encontró con María al otro lado del cerro, la Santísima Virgen se le apareció a su tío Juan Bernardino y lo sanó milagrosamente. También le manifestó la Virgen que quería ser llamada con el nombre de Guadalupe. Y que luego fuera donde el Obispo y le contara todo lo sucedido. Esta curación de Juan Bernardino queda como un signo de esperanza en los acontecimientos de Guadalupe. La Virgen manifiesta así, que nos quiere a todos de pie, viviendo la dignidad de los hijos e hijas de Dios.
Rezar...
Quinto misterio:
Juan Diego lleva las hermosas rosas de Castilla al Obispo. Luego de mucha espera y dificultades, lo hacen pasar al despacho del Obispo. Este le pide la señal de parte de la Virgen. Y Juan Diego entonces, abre su gran tilma donde lleva celosamente las rosas, y estas caen a los pies del Obispo. Y para asombro de todos los presentes, se ve grabada en la tilma de Juan Diego, la imagen de Santa María de Guadalupe. Imagen que quedó grabada para siempre, la misma que prodigiosamente se venera desde entonces en el cerro Tepeyac, a los pies del mismo, en el lugar donde María había mandado.
Esta es la imagen que nosotros veneramos, la misma que se le apareció a Juan Diego en el cerro Tepeyac, la misma que acompaña a los pueblos de América a lo largo de los siglos. Ella es la Virgen mestiza, signo de reconciliación de diferentes culturas y razas, signo de liberación y esperanza para todos los que luchan con el evangelio de la paz, por una tierra nueva, más justa y más hermana.
Rezar...
Recemos ahora por el Papa y nuestros Obispos en América, para que inspirados siempre por el Espíritu Santo y María de Guadalupe, nos guíen y enseñen los caminos del Señor.
Rezar Padre nuestro, tres Ave Marías y Gloria.
Rezamos finalmente la oración a la Virgen, escrita por el padre Bernardo Olivera, que dice así:
María Guadalupana,
la de ojos contemplativos y entrañas misioneras,
manos orantes y pies evangelizadores:
¡enséñanos a vivir la unidad de tu misterio!
en Dios para los hombres
y con los hombres para Dios.
Cara a cara con El
hasta en el codo a codo con ellos.
Virgen Madre de la Anunciación,
Madre Virgen de la Visitación,
escucha nuestro ruego,
por Jesucristo, tu Hijo, Nuestro Señor.
Amén.