Santa María de Guadalupe es nuestra Patrona y Ella nos invita a imitarla y desea regalarnos "la contemplación en su soledad solidaria".
Hemos recibido la gracia de ser contemplativos en María para edificar la Iglesia e iluminar el mundo: Contemplativos en María, teniendo parte en su fe, esperanza y caridad, contemplando la vida y el obrar de Dios con los ojos de María; contemplando el misterio de Cristo con su fe enamorada, con su fe iluminada por el fuego del amor, en su luz caliente que ilumina y enamora.
Esta es nuestra aportación a la Iglesia de hoy: contemplar con la luz de los ojos fieles de María, amando en el fuego de su corazón en llamas.